Nicole
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Max
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Ella: Heather Graham
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Él: Josep Fiennes
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Nicole, una mujer que lo tiene todo.
Y ese es precisamente le problema.
Un buen trabajo, buena reputación, un novio perfecto...
Nadie puede decir una mala palabra de ella, pero es tan predecible..., tan organizada..., tan sumamente recta que alguna vez piensa desviarse del camino, sin embargo su educación y sus convicciones no se lo permiten.
Vamos a conocerla en el momento en el que empieza a plantearse todas estas cuestiones y en las que por una vez mandará de vacaciones a sus principios, eso sí, los remordimientos pasarán factura.
Hay dos mujeres de peso que sin ellas la novela no sería la misma.
Linda, la cuñada de Max. Descarada, sin pelos en la lengua.
La única que sabe parar los pies a Max y a su ego.
La madre de Nicole... única en su especie, no digo más.
El resto de los personajes, por ejemplo el hermano menor de Max, un granuja simpático que encandila a cualquiera, sólo tiene un defecto: está casado.
La secretaria de Nicole, seca como ella sola.
Aidan y Carla; por separado son peligrosos, pero unidos es para temblar.
Como guinda, dos viecejitas, cotillas, aficionadas al bingo.
Y por último, cómo no, mi querido Thomas.
Vamos a conocerle un poquito mejor, en su periodo pre-Olivia.
Lo más divertido... «engañar» a Nicole.
Lo más complicado... conseguir que se sincerasen el uno con el otro.
Lo más emocionante... hacer el ridículo, por primera vez en la vida.
Lo más desesperante... dejar que otros te digan cómo comportarte.
Lo más caliente... eso que te lo diga Max.
Los hombres y sus procesos mentales...
Al principio la idea era excitarla pero a medida que se iba relajando en el agua pasaron a ser meras caricias distraídas, se estaba demasiado bien para moverse.
¿Debía preocuparse por esta extraña forma de proceder?
¿La posibilidad de estar únicamente abrazados le resultaba ahora atractiva?
¿Eso no era lo que hacían las parejas ya consolidadas?
¿Debía de dejar de leer el Cosmopolitan que Linda dejaba en la oficina?
Joder, ahora sí que debía nadarse con ojo y buscar la forma de hablar con Nicole antes de que la vieja se fuera de la lengua, porque, y a pesar de que era evidente que no tragaban a la finolis, un chisme era un chisme y si podían fastiadiarla no dejarían pasar la ocasión de hacerlo.
Todo es cuestión de perspectiva, se dijo. Enfocando bien las cosas y hablando desde el corazón podía conseguir que no le pusiera una demanda.
¿Hablando desde el corazón?
Joder, sí que estaba afectado, sí.
Preliminares...
―¡Ay!
―No te quejes, son los preliminares, sólo que distintos. Además tengo que explicarte unos cuantos detalles sobre las reglas del juego ―dijo él en tono juguetón acercándose por detrás y agarrándola con fuerza―. Como ves, el agua no ha calmado mis instintos sexuales.
―No pretendía eso con el baño ―aseveró algo recatada.
―¿Ah, no? ―Se restregó contra su trasero―. ¿Me estás diciendo que cuando me has invitado a tu bañera era con propósitos deshonestos?
Claramente se estaba burlando de ella, pero como le conocía le siguió la corriente.
―Puede ser, pero está claro que no sé ir por el mal camino y mucho menos arrastrarte a la perdición.
―Querida, esa cama tan antigua de tu dormitorio va a ser testigo en poco menos de diez minutos de si tus propósitos son deshonestos o muy deshonestos.
En la oficina...
―Lárgate. ¿No ves que voy a desnudarme? ―Buscó ropa limpia. Tras el incidente de la semana pasada había dejado en su oficina varias prendas por si las moscas.
―¿Y?
―¿Cómo que "y"? ―Se desabrochó el cinto―. A menos que quieras averiguar cómo es un hombre de verdad te sugiero que te largues.
―¡Ya te he visto desnudo! ―exclamó Linda con indiferencia―. Vaya cosa ―añadió para mortificarle. Cogió una revista y ni siquiera le miró.
Max gruñó y se cambió de ropa, claro que le había visto desnudo, si la memoria no le fallaba, en una situación comprometida. Él estaba en su casa disfrutando de una interesante conversación en el recibidor con una amiga, cuando Martin y Linda se presentaron sin avisar. Como tenían llave entraron en la casa y le pillaron in fraganti, él pensó que se retirarían pero no, Linda empezó a hacer chistes sobre la decoración y Martin a seguirla, joder con el club de la comedia.
―¿Estás ya visible? ―preguntó Linda aguantando la risa mirándole por encima de la revista.
―Un día de estos vas a tener problemas ―advirtió abrochándose los vaqueros, después empezó a sacar las cosas de los pantalones de vestir para guardárselas. Al coger su billetera se dio cuenta de algo.
―¡Bah! ―Ondeó la mano restando importancia―. De todas formas todo queda en la familia ¿no?
―En vez de estar ahí tocándome los huevos podías traerme un café.
―Pues aún te les puedo tocar un poco más.
Max se rió entre dientes, joder con Linda, tenía respuestas para todo.