Desde luego cuando comencé a leer esta novela ya estaba un poco sobre aviso. Conocí a estos personajes en la anterior entrega de la serie «La locura de lord Ian MacKenzie» y ya me cautivaron ambos personajes.
Os pondré un poco en antecedentes intentando no hacer spoilers como una casa… Lady Isabella y Mac MacKenzie están casados desde hace unos años pero, como todo el mundo sabe, viven vidas separadas desde hace también unos pocos. ¿Por qué dos personas que se aman y cuya atracción física es innegable e incuestionable no viven en la misma casa? La respuesta no es nada sencilla pero sí lógica y, obviamente, no la voy a desvelar, tendréis que leer el libro pero sí os adelantaré algo: no fue por ninguna infidelidad de ninguno de los dos aunque eso es lo que pudiéramos llegar a pensar. El motivo es otro, es algo mucho más doloroso y más común de lo que debería ser. El dolor devenido de ese hecho puede acabar en muchos casos con la estabilidad de una pareja pero tanto y más cuando esta pareja tiene unos altibajos terribles que acaban siempre con un período de distanciamiento. Y no, tampoco voy a explicar aquí por qué se distancian estos dos cada dos por tres. Sería otro SPOILER de campeonato.
Cuando comencé a leer esta novela no sabía bien, si queréis que sea sincera, lo que me iba a encontrar, lo que su autora me iba a explicar en relación a todo ello pero (y aunque estaba prevenida) no estaba emocionalmente preparada para el impacto sentimental que me iba a provocar y eso que Jennifer Ashley explica todo lo acontecido de una manera sutil sin ser por ello superficial. Endulza lo amargo y es capaza de explicar con palabras sencillas y conmovedoras hechos que pueden dejar destrozados a quien los padece si bien no deja por ello de tender una firme maroma para que ellos se sustenten en medio del vendaval provocado.
Por otro lado la tensión sexual no resuelta entre ambos y que ya es palpable en la primera entrega de la serie aquí se resuelve, ¡ya lo creo que se resuelve! Mac es demasiado hombre para dejar pasar las oportunidades que le ponen en bandeja aunque para ello tenga que echar mano de la seducción y el «engaño» para reconquistar a una mujer que fue suya desde el mismo instante en que la vio en su baile de presentación y con la que se casó a las pocas horas originando un escándalo sin precedentes. ¡Una debutante cas(z)ada en su primer baile!
Echando la vista atrás y volviendo a la primera novela de la serie (la que recomendaría encarecidamente que se leyera antes de leer ésta) te das cuenta que Mac, un artista como no hay otro igual, es un hombre muy celoso de su intimidad. Tanto es así que no se abre con nadie. La única muleta en la que se apoya es en su hermano menor, Ian, y todas sabemos cómo es Ian. Ian es un hombre que padece sino de Autismo al menos es un claro ejemplo de Síndrome de Asperger. Pero como iba diciendo, Mac tiene mucho guardado. Se ha ido tragando sus decepciones, sus fracasos y sus miserias y las ha ido acumulando en su interior junto a su propio resentimiento y es por ello que hacen de él un personaje enigmático y carismático como pocos. Su evolución a lo largo de la novela es espectacular, del canalla encantador que nos presenta en un principio su autora va dando paso a otro hombre que consigue subyugarte a golpe de sentimientos encontrados. No le entiendes en un principio, no sabes por qué actuó de esa manera con ella. Tampoco sabes muy bien qué ocurrió para que ella le abandonara pero cuando descubres el secreto (o los secretos) no puedes por menos que emocionarte. A mí se me encogió el corazón cuando todo estalla ante tus ojos. La desesperación que encierran ambos protagonistas junto con el encierro en sus propios caparazones para evitar más daño. Y como siempre Ian como silencioso espectador pero la roca firme y cálida en la que apoyarse Mac.
Si Mac me ha gustado como personaje, Ian ya me conquistó antes pero es que en esta novela consigues apreciar mucho más de este personaje, aquí, secundario. Puedes ver la relación tan maravillosa que comparte con su esposa y cómo es capaz de explicar con su parquedad inherente situaciones que para otros pasan desapercibidas. Quizás es su condición de «¿Asperger?» lo que le permite captar cosas que no serían posible para el resto de mortales.
Ian MacKenzie es uno de esos personajes que brillan con luz propia pese a que pudiese parecer lo contrario y Mac… Mac es sencillamente uno de esos héroes caídos en desgracias a los que les va a costar volver a enfundarse en sus mallas azules y cubrirse con la capa roja. Mac es más bien el héroe que ha dejado de lado su traje oscuro y se ha parapetado tras una botella… o varias… Y lady Isabella es una mujer con mucho amor por dar y quien cree que nadie (bueno, nadie no, Mac) lo quiere. Aunque si ella llega a saber que…
«El escandaloso matrimonio de lady Isabella» es una novela preciosa cargada de tantos matices como colores tiene la paleta de Mac. Es un cuadro digno de una exposición donde sus personajes representan una bella escena de distintos planos de percepción y, si pensáis que solo es una historia de amor estaríais dejando de lado muchas cosas.
Por cierto, un apunte más la parte de «intriga» de la novela está bien llevada y es verosímil pero a mí personalmente me ha parecido un poco innecesaria. Estos personajes igualmente iban a entregar lo mejor de sí mismos aunque bien es cierto que sin «el personaje malvado» de la historia la autora no hubiese tenido la excusa perfecta para reunir bajo un mismo techo a estos dos seres cargados de inseguridades con respecto al otro.
Merece la pena leer «El escandaloso matrimonio de lady Isabella». Una historia cuajada de penas en el fondo pero con unos diálogos cargados de humor en muchas ocasiones y con gran dosis de picardía además de una buena dosis de sugerencias sexuales no tan sutiles y la mar de divertidas.
—Cariño, eres muy buena en esto. ¿Es este el tipo de cosas que parendiste en esa academia para señoritas?
Isabella giró con suavidad la mano en torno a la erección y a él se le cubrió el labio superior de sudor.
—Al contrario. Aprendí modales y cómo llevar cada clase de sombrero.
—Tonterías, tomaste lecciones de esto. Estoy seguro de que la señorita Pringle repartía penes a sus alumnas. Quizás de yeso. Así chicas: uno, dos; uno, dos. —Adoptó un tono de falsete—. Venga, señoritas no se entretengan.
Isabella comenzó a reírse a carcajadas.
Y yo también aunque os aseguro que esa escena terminó de tal modo que una ducha fría no hubiese venido mal; porque si en algo se caracterizan los libros de Phoebe (por lo cual doy gracias)… es porque contienen escenas de alto voltaje. Ya sean históricos o actuales todos ellos son… ¡Wow!