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  • Lanzamiento: Octubre 2013
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Autor/a

Lena Michell

Información de la novela

  • Autor/a: Lena Michell
  • Título: La línea del corazón
  • Serie: Cuando me miras
  • Orden Serie: 2
  • Editorial: Vestales
  • Época: Siglo XVIII
  • Principales: Olivia y Alexander
  • Secundarios: Fiona, lady Arabella y Grace

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Sobre el autor/a

En primer lugar quiero dar las gracias a Románticas en el Horizonte por su interés y amabilidad.

Escribir es una de mis pasiones y disfruto imaginando romances porque, al igual que en el mundo real, cada historia es única  e intransferible para quien la vive. Por eso me gusta humanizar a los personajes tanto como soy capaz.

Admiro a los autores que logran hacernos reír y llorar con una historia y esa es mi mayor aspiración cuando me pongo a escribir. No siempre es fácil pero ahí está el reto.

Añadir que me gusta viajar todo lo que puedo y soy una enamorada del continente asiático, sin despreciar a ninguno de los otros. Aun así, por lejos que vaya,  siempre añoro volver al terruño. Cantabria; aquí nací y aquí vivo.

Ambientación y contexto

Durante un viaje a Virginia tuve la suerte de conocer la ruta que bordea el Rio James y sus históricas plantaciones. De ahí partió la idea de iniciar una saga a caballo entre una rica plantación sureña y la rígida buena sociedad inglesa en el periodo Regencia, en los albores del siglo XVIII.

«La línea del corazón» une esos dos mundos tan dispares salvando, por amor, las tremendas diferencias de pensamiento y manera de ser que imperaban en la sociedad durante esa época tan fascinante.

Sus personajes principales

 
Olivia
 
 
Alexander
 
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Ella: Keira Knightley Él: Jonathan Rhys Meyers

Creo que una buena historia de amor debe basarse en unos protagonistas con carácter. En este caso Olivia, nuestra heroína tiene para dar y regalar aunque eso sea precisamente lo que la mete en aprietos constantemente chocando frontalmente con las remilgadas costumbres inglesas y, sobre todo, con el excesivamente formal duque de Ashford. Dos personajes tan diferentes están condenados  a atraerse a pesar de todos los inconvenientes y ahí empieza el romance.

Olivia, es un personaje delicioso, brillante, ingenuo a más no poder y tan espontáneo que cautiva casi sin que te des cuenta. Alexander (Max) Sinclair, nuestro duque, es todo lo contrario: serio, adusto, calculador y aparentemente, frio como un pez.

Secundarios a destacar

Creo que los personajes secundarios de «La línea del corazón», sobre todo los femeninos, aparte de la fiel Fiona, lady Arabella y Grace Hamilton son unos de los principales valores de la novela. Divertidas, sagaces y manipuladoras, ambas damas interferirán con maestría en la historia aportando mucho humor y una buena dosis de dramatismo.

Los antagonistas, la honorable Penélope y el barón Radcliffe maquinaran juntos y por separado la caída en desgracia de Olivia por todos los medios a su alcance.

Tampoco quiero olvidarme de Gregory St. Albans, el único amigo del duque. Un personaje tan granuja como encantador  que contribuirá lo suyo al desarrollo de la trama.

Anécdotas que contar

Ya he dicho que la idea para la ambientación se inspiró en las plantaciones virginianas pero el verdadero germen de la saga fue una apuesta. Alguien me prestó un par de novelas románticas  y debo confesar que me parecieron muy malas. Ni siquiera conseguí acabar la segunda y así se lo hice saber a la persona que me lo prestó, añadiendo de paso opiniones poco favorables del corte de… «Esto es infumable, lo puede escribir escribe cualquiera…»

Obviamente la persona en cuestión me lanzó el reto… «Si tan fácil es porque no lo escribes tú»…

Y tuve que tragármelo por bocazas. Pero acepté el desafío y así nació «Cuando me miras», la primera novela de la saga que pronto verá la luz. Me lo pasé tan bien en el proceso que continué con «La línea del corazón»  y, aunque jamás pensé en publicar, aquí está y espero que los lectores disfruten leyéndola tanto o más que yo al escribirla.

Alicientes para su lectura

«La línea del corazón» atrapa por sus personajes, tanto principales como secundarios. La historia gira en torno a ellos y a sus diferentes circunstancias y maneras de ser.

Obviamente se da protagonismo a los amantes y marca la pauta la transparencia y vitalidad de Olivia y el resquemor oculto y sombrío del duque.  Ella rescatará al hombre de sus demonios, a pesar de todas las trabas que se le presentan y le irá convirtiendo en un hombre nuevo y mejor que, incluso a su pesar, la llegará a amar sobre todas las cosas.

Un pequeño aperitivo

Aquí os dejo un diálogo entre Olivia y su amiga Fiona, una tranquila chica escocesa que se ve arrastrada sin cesar por las peregrinas ideas de su audaz compañera. En este caso a Olivia se le ha ocurrido salvar al duque de un matrimonio «conveniente» según las reglas inglesas pero muy mala elección según las suyas. Así que se le ocurre «fomentar» un encuentro entre Fiona y el duque para desbaratar la boda.

—¿Y bien? —inquirió Fiona nada más entrar en el dormitorio que compartían.
—¡Tengo la solución perfecta!
—¡Desembucha!
—¡Oh! ¿De veras has dicho «desembucha»? Creo que me estoy convirtiendo en una mala influencia para ti y ahora sí que resulta de vital importancia que no te contagies con mis modales. Eso sería contraproducente en grado sumo.
Olivia le puso en antecedentes de lo ocurrido en las cuadras de Ashby Hall con pelos y señales.
—¿En serio tomaste al duque por un mozo de cuadra? ¡Oh Dios mío!
—Fue culpa suya por no presentarse como es debido. Pero al final hicimos las paces. No es tan idiota como creíamos ¿sabes?
—Nunca pensé que lo fuera. Eras tú la que estaba convencida de ello.
—¡Bah! Le alcance a ver a la puerta de la iglesia derritiéndose con la Honorable, eso demuestra que tampoco es muy listo que digamos.
—Es lógico que la tratase con deferencia, se supone que van a casarse.
—Ahora que le conozco me da pena que cometa esa atrocidad.
—Penélope está decidida a pescarlo y no veo como podrías hacer nada para evitarlo.
—¡Eso ya lo veremos! Cada vez que me acuerdo de cómo le sonreía la muy ladina me entran nauseas.
—A mí tampoco me gusta que se salga con la suya pero nada podemos hacer nosotras al respecto.
—Mira, Max me salvó de una buena al no delatarme a mi padre así que se la debo. Pienso compensarle evitando que la Honorable le atrape en sus garras.
—¿Max? ¿Llamas Max al duque?
—Bah, es una tontería, se presentó con ese nombre cuando me dejó creer que era un mozo de cuadra.
—No me explico cómo puedes meterte en tantos líos.
—Yo tampoco. Ya te he dicho que fue sin querer, pero por alguna extraña razón siempre me encuentro en algún atolladero sin comerlo ni beberlo.
—Y vas a acabar peor si insistes en entrometerte en los planes de Penélope. Esa chica es mala y... vengativa.
—Precisamente por eso no puedo dejar que se case con el bobalicón de Max ¿No lo comprendes? Si él pretendiese a la chica adecuada... yo ni abriría la boca.
—¡Bah! Eso sí que me cuesta creerlo. No podrías dejar de meter baza ni aunque te amordazasen.
—La cuestión es que Max, el duque quiero decir, se olvide por completo de la Honorable y para que eso ocurra la solución más obvia es... lograr que se fije en otra.
Fiona pareció sopesar la idea, en realidad tenía bastante sentido. A pesar de su nula experiencia en asuntos amorosos no era ciega y había visto innumerables veces como los caballeros solían exhibir un carácter extremadamente voluble en ese aspecto. Podían estar suspirando hoy por una mujer y pasado mañana mirar con ojos de carnero degollado a otra. Al fin y al cabo el duque no dejaría de ser un hombre como cualquier otro en ese singular aspecto.
—¿Qué otra? —se encontró preguntando.
—Pues una chica guapa, muy bien educada, simpática y que tenga excelentes cualidades, claro está, ¡ah! y que sea alta, así harán buena pareja.
—Ya, ¿y donde encontramos ese mirlo blanco?
—En este momento estoy hablando con ella, ¡so tontina!
Fiona tardó un par de segundos en asimilar las palabras de su amiga. Luego sus glaucos ojos parecieron ocupar todo su cara, abiertos de puro asombro.
—¡Ahora sí que has perdido completamente el juicio!
—Al contrario, es la mejor idea que he tenido en mi vida.
—Pero... no puedes estar hablando en serio. Si ese hombre me causa pavor, es absolutamente intimidante.
—Admito que puede dar esa impresión. —Olivia recordó lo nerviosa que se había puesto durante la comida cuando el duque no le sacaba los ojos de encima—. Pero eso es hasta que se le conoce un poco.
—No voy a tener la oportunidad de conocerle ni un poco ni un mucho.
—Tú deja eso de mi cuenta.
—Olivia, aunque consiguieras que se fije en mí durante más de medio minuto yo no lograría interesarle en lo más mínimo. ¡Cielos! Si se me pone la carne de gallina solo con pensarlo... Me sentiría totalmente cohibida y no sabría qué decir.
—No es tan ogro como parece, será fácil.
—Si, para ti seguro. ¡Nunca has tenido miedo a nada! Pero yo no soy como tú y por mucho que lo intente no voy a poder evitar que ese hombre me intimide con su sola presencia. ¡Dios santo, además es un duque!
—¡Bah!, ¿Y qué que sea un duque? Si es eso lo que te asusta imagina que es un caballo. —Olivia hizo caso omiso al gesto de exasperación que le lanzaba su amiga—. De acuerdo, ya sé que también temes a los caballos pero eso tiene fácil solución. Yo soy una experta en cómo tratarlos.
—A medida que te conozco más convencida estoy de que serías capaz de casi cualquier cosa.
—Métete en la cabeza que ya sea un duque o un caballo, por muy resabiados que sean, lo primordial es no demostrarle temor. A partir de ahí solo hay que familiarizarse con él , rascarle detrás de las orejas, acariciarle los belfos y por último, darle un poco de azúcar cuando, al fin, hace lo que tú quieres. Mañana mismo comenzaremos tu adiestramiento con los caballos y estoy por apostar el mejor sombrero de mi abuela a que en un par de semanas les habrás perdido el miedo. Ya verás... conseguiremos que el duque acabe comiendo de tu mano. 

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