Berta
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Romeo
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Ella: Marina Salas | Él: Ian Somerhalder |
Tengo predilección por imaginarme a Ian Somerhalder adaptado a los rasgos de Romeo Leone. Somerhalder es un actor con muchos matices, irónico y con esa chispa de «chico duro» y esa mirada penetrante y profunda que puedo afirmar que es mi «muso».
Con Berta es un poco más complicado pero me decantaría por Marina Salas. Una chica que dentro de la normalidad transmite una belleza inmensa.
Berta es una chica alegre, optimista, luchadora, con los pies en la tierra y las ideas muy claras. Hace su camino en el presente, llenando cada día de recuerdos que inunden su futuro. No sueña con amores imposibles ni peligrosos. Simplemente con un hombre que haga que cada día cuente.
Sin embargo, se topa con Romeo Leone y todos los cimientos de su mundo se tambalean.
Romeo Leone es un hombre que se ha hecho así mismo. Frío, duro, aparentemente sin sentimientos. Un joven al que la vida no le ha dado oportunidades y lucha por «sobrevivir» a su manera.
De esta manera, dos personas se fusionan dos personas aparentemente opuestas que irónicamente están destinadas a encontrarse y probar en primera persona el magnetismo y la adicción que crea sentir una vez en la vida en su corazón la fuerza y el amor que proporcionan los «Latidos de una bala».
Uno de los puntos más importantes de esta novela es la amistad, esa que hace que encuentres a tu familia aunque por tus venas no corre la misma sangre. En este punto encontramos a Tamara y Pilar, las dos compañeras de viaje a Nápoles con Berta.
Tamara es descarada, divertida y pasional. Pilar es recatada, sensible y racional. Ambas son el complemento perfecto para Berta y… también tienen su historia ya que muchas veces las historias más hermosas se guardan en un discreto segundo plano.
—¿Cómo? Estarías muerto... —traté de explicarle.
—A veces la muerte puede ser más feliz que la vida misma. —Con un movimiento fugaz pasó su brazo por detrás de mi cintura y me aproximó a él sin dejar ni que el aire se colase entre nosotros—. Lo que yo haría sería cogerte de aquí —y con una de sus manos tocó mi rostro aproximándolo al suyo—, te besaría y dejaría que la lava nos petrificara.
—Qué manera más romántica de morir...
—¿Para ti no lo es?
—No, no veo la parte en que la muerte sería más feliz que la vida misma. —Recordé la frase que Romeo acababa de pronunciar.
—Para mi lo sería. Me encontraría en una eternidad donde a cada instante te estaría besando. ¿Sabes qué? —Negué con la cabeza—. No me gusta correr riesgos, así que te besaré en este mismo instante, por si el Vesubio decide atacar. —Y conforme terminó la frase, y sin darme tiempo a replicar, lo hizo.