«Trampas de seda» es una novela de suspense romántico en la que el mundillo del cine tiene mucha relevancia a lo largo de la historia, ya que la protagonista es actriz y «El verdugo» (el malo malísimo) está obsesionado con mujeres que desempeñan esta profesión. Por lo tanto, con este escaparate como telón de fondo, tuve claro desde el principio que tenía que llevarme a los personajes a Hollywood, Los Ángeles, California. Sin embargo, esta ciudad nunca ha despertado mucho mi interés como para ambientar allí una novela, ya que me parece demasiado frívola y superficial, así que busqué una ciudad anexa, de esas a las que llaman «ciudad dormitorio» y me topé con Costa Mesa, un pequeño refugio pegado al océano Pacífico, de grandes avenidas, casitas de estilo español y playas de arena dorada, alejada del bullicio de la gran ciudad. Costa Mesa me pareció perfecta para fijar en ella la residencia de mis protagonistas.
Sin embargo, la acción transcurre también en otros lugares, algunos de ellos, bastante más inquietantes. Como los bosques de Irvine, otra ciudad anexa a la ciudad de Los Ángeles donde Jodie Graham (la protagonista) se halla filmando un culebrón. ¿Qué tienen de particular estos bosques, además de que se asienta en ellos un campamento de caravanas con el equipo que trabaja en la serie? Pues que también son el lugar escogido por «El verdugo» para hacer desaparecer los cadáveres de sus macabros asesinatos. Ya os podéis imaginar quién se va a topar con uno de ellos cuando, una mañana de niebla, abandona su caravana para hacer un poquito de footing… (risa diabólica).
Max Craven
|
Jodie Graham
|
![]() |
![]() |
Él: Eric Bana | Ella: Charlize Theron |
Lo tenía clarísimo mientras la historia iba tomando forma en mi cabeza. A Max Craven siempre lo he visto como a Eric Bana, tanto físicamente como por la personalidad que destila en la pantalla. Es un actor que me transmite un montón de emociones, y es el muso que necesitaba para crear el personaje de Max Craven. En cuanto al personaje femenino, Charlize Theron es una actriz que también me gusta mucho y que era ideal como punto de referencia para darle vida a Jodie Graham. Una mujer muy guapa, pero con un alma torturada, como muchos de los personajes que interpreta esta actriz.
En lugar de presentarse ellos, han decidido presentarse el uno al otro, jajaja.
Max Craven sobre Jodie Graham: Jodie es la persona a la que más admiro de cuantas conozco. Tal vez por su profesión, primero como modelo y luego como actriz, su vida no ha sido un camino de rosas y siempre ha tenido a su alrededor a gente que ha intentado destruirla; pero ella tiene una capacidad de superación increíble, y se ha levantado tantas veces como la vida se ha empeñado en tirarla al suelo. Desgraciadamente, su belleza siempre le ha cerrado más puertas de las que le ha abierto, pero siempre ha sido una mujer de principios y jamás ha traspasado ningún límite para conseguir algo en la vida. Cuando la conocí me pareció una mujer frágil e insegura, que se había fabricado una especie de armadura para protegerse de todo el que intentara aproximarse demasiado. Recuerdo que sus ojos tenían una mirada atormentada que se me hincó en el alma, y desde el principio sentí la irrefrenable necesidad de conocer los secretos que guardaba y de protegerla del mundo frívolo en el que se movía. Me lo puso bastante difícil pero, si hay algo que me caracteriza es que jamás arrojo la toalla. Poco a poco fui descubriendo que ella tenía todas las cualidades que siempre busqué en una mujer, así que me sentí como si el destino la hubiera colocado allí, sólo para mí. No me equivoqué, porque en cuanto empecé a amarla, supe que jamás podría dejar de hacerlo.
Jodie Graham sobre Max Craven: Max es el amor de mi vida, a veces me pregunto qué habría sido de mí si nunca se hubiera cruzado en mi camino. Cuando le conocí, las cosas no me estaban yendo muy bien. Había perdido un empleo, no conseguía un buen papel en el cine que me sacara de la miseria y, por si fuera poco, me crucé en el camino de un asesino en serie que mataba a actrices, así que él apareció cuando más lo necesitaba. Max era un muro sólido en el que apoyarse, un policía duro y curtido que, a pesar de que también tenía problemas personales, daba la sensación de que podía manejar cualquier cosa que se le pusiera por delante, por muy complicada que pareciese. Recuerdo que al principio me desequilibraba con sus muestras de interés. Yo había renunciado a tener una relación sentimental, pero existía algo entre él y yo a lo que era imposible darle la espalda. Antes de que me diera cuenta, Max me enamoró de cien maneras distintas. Lo hizo con su sinceridad, con su instinto protector, con su enorme capacidad de amar, con su atractivo, con su ternura e incluso con la dureza que siempre ha mostrado cuando tiene que dejarte las cosas claras. Él siempre me ha hecho sentir como si fuera la persona más especial del mundo, así que creo que todos los caminos que he recorrido en mi vida, por muy retorcidos y tortuosos que hayan sido, tenían un único destino, que era encontrarle a él.
Jacob Craven: Jacob es el sobrino de Max, un niño de quince meses que perdió a su madre hace unos años y que, desde entonces, está en un hogar de acogida. Jacob es la gran responsabilidad de Max y, durante la novela, vemos cómo el policía hace todo cuanto está en su mano por hacerse con la custodia. El personaje de Jacob le da mucha ternura a una historia que en muchos momentos es muy dura. Pero dejemos que sea él quién se presente:
«Me gutan los atitos. Tengo uno nego que se llama Aboncito».
Jajaja, no sabe decir mucho más.
Faye Myles: Faye es la compañera de fatigas de Max. También es detective de homicidios y vive para y por su trabajo. Es la hija de un conocido director de teleseries con el que apenas tiene relación, y sabemos que está enamorada en secreto de Max. Es una mujer emocionalmente dura, que apenas deja vislumbrar nada de su interior. Es un personaje enigmático, clave en algunos momentos de la novela. A ver qué dice ella:
«Mar, creo que soy lo bastante interesante como para convertirme en el personaje principal de mi propia novela. Espero que hayas captado la directa».
Eddie Williams: Eddie es un productor de cine pornográfico, amigo de la agente de Jodie, que hará todo lo posible para convencer a Jodie de que se dedique a ese género. Está seguro de que tiene cualidades para ser una actriz porno y que pierde el tiempo buscando papeles interesantes en el cine más convencional.
Jodie lo vio. Descubrió su soberbia erección y un intenso brillo de deseo en sus ojos negros que evidenciaban que aquello no había sido más que un sencillo aperitivo para él. Al igual que lo había sido para ella. El estómago se le encogió de miedo y entonces saltó de la cama como un resorte. Evitó encontrarse con su mirada escrutadora mientras se arreglaba la falda del vestido y se cubría las piernas hasta las rodillas.
Max guardaba la esperanza de no tener que enfrentarse a esa reacción, pero se había equivocado.
—¿Te marchas? —se incorporó sobre la cama.
—Debo hacerlo —se arregló el abrigo, las manos se movían inquietas —Ha sido estupendo, no lo estropeemos.
—¿Por qué íbamos a estropearlo? ¿Por qué sales en estampida?
Max abandonó la cama y acudió a su lado. Su mirada azul era huidiza mientras se alisaba el pelo con los dedos. Con las evidencias físicas del orgasmo todavía impresas en la cara, se esforzaba por parecer segura de su decisión.
—Sexo sin complicaciones —contestó, cada vez más seria —Eso es todo lo que he tenido contigo.
—¿Esperas que me lo crea? He tenido sexo sin complicaciones con bastantes mujeres en mi vida y te aseguro que no se parece a esto.
Jodie suspiró pero no retrocedió.
—Apártate y no me lo pongas más difícil.
—Voy a decirte una cosa.
—No quiero escucharla.
—La escucharás de todas formas —inclinó la cabeza para buscar su mirada y no prosiguió hasta que ella fue capaz de sostenerla —No pretendía traerte hasta aquí para follar contigo, quería hacer el amor contigo. Quiero hacer el amor contigo —recalcó las palabras —Y estoy seguro de que sales corriendo porque deseas lo mismo.
¿Para qué iba a negarlo? Se preguntó Jodie. Si lo hacía sonaría a hipocresía porque no era capaz de darle la vuelta a una verdad tan aplastante. Se limitó a mantenerse serena y decidida aunque no fue sencillo mantener el tipo.
—Deja que me marche, Max.